La Pluma de Oaxaca
Comunicador en Oaxaca es amenazado con arma de fuego en su domicilio
Diego Martínez Sánchez denunció que fue amenazado con arma de fuego mientras se encontraba en su domicilio con su hijo (menor de edad). Su declaración no solo señala el abandono por parte del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, sino también la ineficacia de instancias clave como la FGR y la Fiscalía de Oaxaca, quienes no han logrado avanzar en una investigación pese a la gravedad del caso: una amenaza directa con arma de fuego en su propio domicilio.
Más preocupante aún es la aparente banalización de la violencia por parte de funcionarios como Sergio González, quien según el periodista no considera como evidencia suficiente el hecho de que un comunicador sea amedrentado en su casa, frente a su hijo, y con amenazas explícitas por el contenido de sus publicaciones. Este tipo de declaraciones reflejan no solo una falta de sensibilidad y criterio, sino también una peligrosa normalización de la violencia contra la prensa.
En un estado donde ser periodista puede significar una sentencia de muerte, la indiferencia institucional no solo es inadmisible, sino cómplice. La falta de voluntad política y el desdén burocrático son en sí mismos una forma de violencia. Si las autoridades encargadas de proteger y hacer justicia minimizan o ignoran estos ataques, se envía un mensaje de impunidad que alienta a los agresores y silencia a la prensa.
Lo que se exige aquí no es un favor ni un privilegio, sino el cumplimiento de las obligaciones del Estado: proteger la libertad de expresión, garantizar la seguridad de los periodistas y asegurar justicia ante cualquier atentado a su labor. La voz de Diego Martínez no solo habla por él, sino por cientos de periodistas que, sin visibilidad o respaldo, enfrentan el mismo abandono.
Afiliación de Murat en Morena será decidida en tribunales
La decisión de la Comisión de Honestidad y Justicia de Morena de respaldar la permanencia de Alejandro Murat Hinojosa como militante del partido, a pesar de las pruebas presentadas en su contra, deja entrever una preocupante contradicción entre el discurso ético del partido y su actuar político real. Resulta llamativo que, siendo Murat un exgobernador asociado con prácticas políticas cuestionadas durante su administración, se le mantenga en las filas de un partido que se autodefine como adalid de la regeneración moral del país.
La decisión de permanencia del ex priista generó reacciones en Oaxaca, particularmente con el gobernador Salomón Jara Cruz quien ha expresado abiertamente su inconformidad con esta resolución, incluso bromeando con que, de depender de él, Murat estaría fuera de Morena. Sin embargo, más allá del tono anecdótico, esta declaración pone sobre la mesa la tensión interna que vive el partido entre sus principios fundacionales y las decisiones pragmáticas —y muchas veces contradictorias— de sus órganos internos.
Que se haya tenido que recurrir a instancias como la Sala Xalapa y la Sala Superior del TEPJF para impugnar una decisión que, según el propio gobernador, cuenta con pruebas suficientes para revertirse, refleja una falta de coherencia en los procesos internos del partido. La pregunta que nos hacemos. ¿quién o quienes están impulsando a Murat o sosteniéndolo para que siga militando en Morena?
Morena de seguir así aceptando a cualquier fulano proveniente de otras filas partiditas, pronto serán desplazados en los espacios claves para colocar a sus allegados y dejar a tras a los “fundadores”. Estaremos atentos de la determinación de los tribunales con respecto al caso Murat, ¿será que ya empezó a operar para una resolución a su favor?. Por lo mientras, duro golpe a los morenistas locales.
Gobernador de Oaxaca pide no escuchar corritos tumbados
En una de esas extrañas combinaciones que solo pueden darse en la política oaxaqueña, esta semana el gobernador Salomón Jara Cruz decidió dedicar parte de su tradicional conferencia matutina a enviar un mensaje a los músicos de corridos tumbados —sí, esos mismos que llenan estadios— para que «eviten la apología de la violencia». No es censura, aclara, es solo una “invitación cordial” dirigida nada menos que a artistas como Peso Pluma o Natanael Cano.
¿Y por qué ahora? ¿Por qué los corridos? ¿Y por qué el gobernador de Oaxaca cree que una carta —sí, una carta— enviada a “estrellas” del regional urbano cambiará la narrativa musical nacional? Es válido y hasta necesario cuestionar el impacto que tiene la música en los imaginarios sociales. Pero el discurso se queda a medio camino cuando se escoge la vía fácil: señalar a los artistas en lugar de combatir los contextos que hacen que esos mensajes sean populares.
Oaxaca no necesita que pidan a los músicos ser «más responsables» mientras ignoran las condiciones de marginación, violencia y falta de oportunidades que inspiran esos mismos corridos. Necesita gobiernos que prioricen, que vacunen a tiempo, que garanticen educación crítica y que combatan la violencia con políticas públicas, no con declaraciones moralistas.
Así las cosas en la primavera oaxaqueña con los temas prioritarios para su gobierno.
Ahi nomás.